martes, 19 de febrero de 2008

AZULES Y VIOLETAS LOS COLORES DE LA VIDA








Azul y hermosa en su manto de nubes, la tierra se abre camino a través de un universo tan enorme que se sitúa más allá de lo imaginable. ¿La cuna de la humanidad reposa en el centro de la creación? No, la tierra es uno de los nueve planetas que dan vuelta en torno al Sol y éste uno entre los miles de millones de estrellas que forman una galaxia, una muchedumbre estelar unida por la gravedad. El tiempo y los efectos gravitatorios han modelado esa gran multitud en un gran disco resplandeciente.
La riqueza biológica actual es producto de un largo proceso evolutivo que tiene principio con las primitivas y sencillas algas verdes-azules productoras de oxígeno, que aparecieron hace 3.500 millones de años; éstas, a su vez originaron las plantas terrestres, cuyos restos fósiles más antiguos tienen poco más de 400 millones de años. Esa vegetación desarrollada en sitios húmedos y a lo largo de las costas, la formaron helechos y licopodios creadores de extensos bosques de un verde carente de los colores de las flores actuales. Es desde hace unos 200 millones de años cuando en la superficie terrestre comienzan a aparecer las primeras flores producto de una larga evolución; entonces entran en escena factores como la polinización por insectos y las plantas desarrollan una espectacular variedad floral para atraerlos.
Todas las flores han de polinizarse para producir semillas fértiles; en unos casos lo hacen por si mismas y en otros son las aves, los insectos, los murciélagos o el viento los que se encargan de hacerlo. Más de la mitad de las plantas que existen actualmente se clasifican como fanerógamas (plantas con flor) o angiospermas (plantas con semillas encerradas). Las fanerógamas son la forma superior más variada y difundida y su éxito se basa en múltiples factores, donde el más importante es la flor. Cabe destacar que la gran riqueza vegetal del planeta, calculada en unas 300.000 especies, continúa siendo el sustento fundamental de la vida humana. No debemos olvidar que la flora cumple diversas funciones por ser modificadora ambiental: reduce la radiación solar y disminuye las temperaturas extremas; transfiere humedad del suelo al aire por transpiración, aporta humus al sustrato; es la fijadora de la energía solar que la clorofila capta y convierte en energía química en la célula y de muchas maneras transforma el medio e indirectamente determina los organismos que pueden habitar en él, proporciona los elementos necesarios para la vida, tales como: hidrógeno, oxígeno, fósforo, nitrógeno, magnesio, calcio, sílice y nutrientes escasos como el zinc, azufre, hierro, cobre, potasio, manganeso, molibdeno y boro, requeridos en cantidades mínimas en el metabolismo de la biota y que temporal o permanentemente se encuentra en el suelo o en la atmósfera.

REFLEXION
Por ello, es tiempo de hacer una reflexión sobre el patrimonio natural que se va perdiendo debido a factores como la urbanización, que ha provocado que día tras día una mayor proporción de la población se aleje de las actividades relacionadas directamente con el mundo vegetal. Los avances de la tecnología han cambiado las costumbres de las personas; se ha perdido el contacto con las plantas y los conocimientos botánicos primordiales se han vuelto confusos. Con este alejamiento físico y mental cada día mayor se ha olvidado que las plantas fueron punto de partida de nuestra cultura. En la actualidad por desinterés, por las ocupaciones, las presiones económicas o las tendencias políticas, se ha olvidado la responsabilidad de ser custodio de una enorme riqueza biológica de valor incalculable para el país y un mundo donde muchos de los recursos naturales están en situación crítica; ahora lapsos cortos pueden significar la desaparición de un cúmulo de especies, que han evolucionado durante 3.000 millones de años. Sólo cabe reconocer que todos nosotros tenemos dentro la reminiscencia de una vida más sencilla y tal vez aún sea posible lograr el aprecio material, estético y espiritual mostrado por culturas tan antiguas como la tolteca, la maya y la mixteca, que en su cosmovisión comprendieron el inmenso significado que lo vegetal tiene para la vida.

...La obra de María Teresa Solano nos ilustra en torno a las posibilidades de experimentación con formatos, dimensiones, espacios, y sus implicaciones en términos de significación de los trabajos artísticos. Sus pinturas sobre la flora guajira, anteriormente encerradas en formatos estrechos y muy codificados, se abrieron paso más allá de las cárceles del cuadro para invadir el espacio. Es como si la artista les hubiese dado la libertad y fuerza que poseen.
A través de esa operación, y, adicionalmente, cambiando tamaños, perspectivas, proporciones, dimensiones, ritmos y flujos, su trabajo adquirió aquello que precisan los trabajos artísticos: potencia de asombro. Las flores diseminándose por el espacio desafían la mirada, el mismo espectador siente que ya no domina la obra, más bien se siente sobrepasado por ella y se siente exigido a realizar trayectos visuales más variados, a acercarse y alejarse, a viajar con los trazos de tallos y flores. En definitiva, es un trabajo que nos saca de una concepción representativa de la naturaleza y de los estereotipados esquemas visuales con que la apreciamos.

Francisco Javier Gil
Coordinador Artes Visuales Ministerio de Cultura
Critico de Arte

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